martes, 14 de octubre de 2008

El beso




El charro de Huentitán demostró lo macho que es y no volvió a besar a Francisco Ramírez Acuña como hace un par de años en el Palenque de Guadalajara, que dice que porque es de hombres aguantarse las ganas

Guadalajara, Jalisco, México. El pasado viernes, el Palenque de las Fiestas de Octubre se vio repleto para ver al charro tapatío Vicente Fernández interpretar lo mejor de su repertorio en una velada que fue enmarcada con la visita del ex gobernador de Jalisco, ex secretario de gobernación y ex constructor del paso a desnivel de Las Rosas, arcos del milenio, teatro de la ciudad, carretera Mascota-Puerto Vallarta, etc., Francisco Ramírez Acuña.

La noche fue memorable hasta que se le ocurrió al charro de Huentitán invitar a cantar al ahora aspirante a candidato al distrito 10 por el partido Acción Nacional, Paco, que al final de tararear por tu maldito amor, se acercó al cantante y con rostro de chantaje sentimental le exigió al oído otro beso como el que le dio años atrás.

Vicente se puso colorado, el tinte del pelo que cubre sus blancas canas rodó junto con el sudor que resbaló tras la propuesta tan cercana, dudó en un momento, en su pensamiento pasaron un sin fin de fantasías que con aquel personaje había tenido noches enteras, con el que había compartido un ósculo inocente años atrás, ósculo que fue el inicio de una relación cada vez más y más cercana, tanto que tuvo que contenerse, respirar profundo, el olor a sudor de aquel hombre penetró por sus orificios nasales, lo sintió por dentro, como tantas veces había soñado, pero hizo un alto, pensó, pensó como nunca antes lo había pensado teniendo las ganas de comerse a besos a la persona que tenía en frente, lo pensó por primera vez, hizo un movimiento con la cabeza, sus ojos buscaron el suelo, la mirada era perdida, siguió con un paso atrás, un diminuto paso que fue la distancia perfecta para evitar lo inevitable: el beso en una noche de palenque.

El burel de enfrente, reacio al rechazo, buscó un segundo acercamiento, esta vez rozo con sus labios los bigotes pintados de Vicente, sintió los bigotes pintados, vivió los bigotes pintados, quiso más pero no encontró nada, el aire, el espacio, la nada. Cuando buscó los ojos del artista, éste veía el suelo, distante, en un momento no supo qué hacer, de fondo la gente miraba, miraba con sonrisas en los labios, labios que eran el símbolo del pecado, ese pecado que estaba dispuesto a realizar 3 milésimas de segundo antes, de pronto se dio cuenta, se dio cuenta pues sabe reaccionar rápido, tantos años en la sala política, tantos maestros, tantas emociones reprimidas, complejos complacidos, controles en su vida, tantos años de entrenamiento, pues, para estas ocasiones, para esta ocasión, controló sus sentimientos, serenó sus sentidos, buscó la sonrisa en sus labios, secos, los humedeció, volteó a la gente y alzó el micrófono, la mano izquierda abrazo al cantante, lo levantó, como diciéndole: "maestro, levántate y no te avergüences, que nadie se dio cuenta..." así entendido, sin una palabra, el charro de Huentitán se levantó, miro al público que enloquecido gritaba:
-beso, beso
La sonrisa se apoderó de los dos y el abrazo fue el escape.

Paco tomó su lugar, abrazó a su esposa, pidió un tequila, disfrutó el concierto, terminó la noche, caminó al automóvil, rodeado de guaruras, con los suyos, recorrió las calles de Guadalajara, llegó a su casa, se acostó en la cama, sintió ganas de llorar, su mujer, lo tomo en sus brazos, le buscó los labios, el tenía la mirada en el suelo, ella metió las manos entre sus piernas, él la rechazó:
-ahora no, entiende, estoy cansado...

1 comentario:

Anónimo dijo...

lo mejor es que es cierto en la politica como en nuestro triste mexico las puñaladas estan a la orden del dia