martes, 25 de agosto de 2009

el día que conocí a mi suegra

-Antes de ir ¿pasamos a la casa de mi mamá para saludarla?
- claro... (Pensamiento: ¡híjole, conoceré a la suegra por primera vez!)
- hola mamá, mira el es Rigoberto, mi novio
- mucho gusto señora
- ¿no se quieren pasar? se toman una cervecita o algo, vienen tus hermanos, Blanca
- mamá, tenemos prisa
- mira, ella es mi hermana Sofía
- hola manita
- hola manita
- (secreto a mi oído) es con la única que me hablo de manita, para no perder nuestras raíces chilangas ¡ ja, ja, ja!
- joven, tome asiento
(pensamiento: ¡chale, en unos muebles, típicos chilangos, del estilo Luis XV! ¡forrados de plástico! ¿por qué los forran de plástico? además muchas carpetitas de esas que hacen las abuelitas)

Digamos que el depa era muy chiquito, amontonado, de muy mal gusto, con porcelanas por allá, una presunción de la familia de que al papá, que en gloria estaba, le gustaban los churumbeles de España, en el fondo, el cuarto de la hermana, el de la mamá cerrado, nunca lo conocí, pero en el de la hermana, con la puerta entre abierta, se podían observar estantes retacados de muñecas, no sería raro si no es porque la pinche hermana ya entraba en los cuarenta.
- oye, Blanca, pero dejé estacionado el auto estorbando una cochera
- no importa, nos vamos pronto, además desde la ventana lo vemos
Cabe señalar, que efectivamente desde la ventana lo veíamos porque el depa estaba en el primer piso en la colonia Las Águilas.
- mira ya llegó Juan, el es Juan, psicólogo y hermano mayor
- hola Juan
- mucho gusto, Rigo, yo tengo un programa de radio y ayudo a personas que me hablan con problemas psicológicos (esto me lo comentó Juan, para sacar plática, creo, pues Blanca y yo somos periodistas y buscaba Juan un punto en común, me imagino)
- también conozco a Dessiré Martínez de la JK, es amiguísima mía
- no, no me suena
- hay, Rigo, es la voz de la JK de toda la vida
- pues no me suena, Blanca
- bueno, ya no está en la JK, ahora trabaja en comunicación social del departamento de medio ambiente del municipio
- órale
- mira y el que va entrando es mi hermano Simón, estudió todos sus posgrados en Francia, es doctor en sociología y por fin regresó a México, ahora se establecerá en Tijuana, en la Universidad del Paso Fronterizo
- mucho gusto
- hola, Rigo, así que cubres política
- así es, Simón.....

Como punto de referencia, comento que llevábamos pocos días de novios, de hecho éramos amigos de pedas, yo veía como Blanca era una hijadelachingada con sus novios, era re cogelona y engaña cabrones; y ella veía como yo era otro hijodelachingada con mis viejas. Un día nos dijimos que de pendejos andábamos, pues sabíamos de lo cabrones que éramos el uno y el otro... pero el pinche destino... no sé si eso nos atrajo más, pero la verdad es que sentía una excitación especial por Blanca, y no nada más yo, cabe señalar, aunque fuera nalgona, tuviera un diente chueco y su pelo empezara a la mitad del cráneo, digamos que de frente muy amplia... un día, después de que tomamos mucho, la llevé a su departamento y me dijo que si no me quería quedar a dormir, yo le dije que, pues sí y me quedé a dormir como un año... y qué pinche año... al otro día, nos despertamos en medio de la sala, en nuestra peda bajamos el colchón, lo acomodamos en la sala e hicimos el amor.

Cuando despertamos, nos miramos y me dijo, no mames Rigo ¿qué hiciste? y yo le dije que nos cogimos, pues qué quería que le dijera y me dijo, no mames si yo nada más te invité a dormir, ahí es cuando mi mente me mando el primer mensaje de mandarla a la chingada, pinche vieja loca, pero no, no le hice caso y traté de explicarle que ella me había invitado a dormir.

- sí, a dormir, pendejo no a que me cogieras
- no mames, Blanca, pues si me invitaste a dormir anoche fue para cogernos, cualquiera lo hubiera supuesto
- pues no, pendejo, te invité a dormir porque me gusta dormir abrazada de alguien, como amigos, no a que me cogieras

Ahí es cuando, por segunda vez, en menos de 10 minutos, la debería de haber mandado a la chingada, pero no, ahí estoy dándole explicaciones.

Me he puesto muchas veces a pensar si me lo decía en serio o nomás estaba mamando, pero yo tomé las cosas muy apecho, pues era una mujer que, primero por ser amiga y segundo por habérmela cogido, me merecía todo mi respeto, y claro, yo muy hombre, le demostré que respondería a mi acción… así que me quedé a vivir un año con ella.

- Simón, se oyen pitidos afuera, es el vecino mamón, que está alguien estorbando su cochera
- soy yo
- deveras, Rigo, quita el carro porque es un hijo de la chigada, mamón que le pega a su esposa

Y ahí vamos, Blanca y yo, a mover el carro, lo primero que hago, porque sé como caga que le estorben a uno la cochera, fue hacer una señal de disculpa, la tomó a bien aunque a regaña dientes, pero claro, los dos no contábamos con que Blanca abriría su hocicote.

- ya vamos, cabrón, cálmate, ni que fuera para tanto pinche dramático
- Blanca, cálmate, ya está todo arreglado
- sí, pero que no mame, pinche culero loco
- ya Blanca, no la hagas de pedo
- es que me caga las bolas, pinche pendejo… (grito) ¡ya nos vamos a quitar cabrón!
- pos a la chingada ¿por qué se estacionan en mi lugar? pinches chilangos de mierda
- ya amigo, ya moví el carro, tranquilo
- chilangatuputamadre, puto que le pega a su vieja
- Blanca, ya no mames
- a la chingada pinche vieja
- tu puto, abusivo
- ya Blanca

Ahí es cuando él ya sube las escaleras hacia su depa, cuando Blanca lo sigue chingando, algo así como si tienes huevos baja, y claro, el responde con una mamada, y yo, el hombre de Blanca, que le digo, chingatumadre cabrón, ya me calentaste las bolas, y que se baja. Con una mano cerré la reja de entrada y con la otra detenía a Blanca que se quiso meter entre los dos. Todo fue cuestión de segundos, yo aviento a Blanca para atrás, el empuja la reja y los dos soltamos nuestro mejor golpe, él me rosa la nariz y yo alcanzo a darle en el ojo, después, todo una confusión, me abrazo, nos jaloneamos, salieron los hermanos, la suegra, la esposa, el gritadero, cuando ya me di cuenta estaba encima del cofre de un auto abrazando al vecino golpeador de esposas y oyendo gritos de los hermanos de Blanca que decían, déjalo, aprovechado, suéltalo, que está más chico que tu, cabe aclarar que sí, soy más chico que él, pero de estatura, de edad ahí nos dábamos, lo que él no sabía, ni los hermanos, supongo, es que yo había entrenado karate y lo que hacía era sujetármele para que no me pudiera pegar y que las cosas se calmaran.

Ya separados, los gritos de la familia de Blanca eran un rosario de groserías que en mi vida había oído juntas, del otro lado, el abusivo y su esposa, que como señora que se respete, salió a defender a su marido gritando otro rosario de improperios que, yo ya regresado a la realidad, quedaba perplejo.

El aquelarre fue subsanado con una buena curación de mi nariz con un bistec que mi suegrita sacó del refrigerador, la noche fue solidaria hacia mi esfuerzo por poner en su lugar al vecino que ya los tenía hasta la madre y fue recompensado cuando al siguiente día me manda decir mi suegrita con Blanca que el vecino había salido con unos lentes oscuros y el ojote morado, y yo pregunté:
¿y qué dijo tu mamá?
pues nada, super feliz de que le habías roto la madre.

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